Uno de los elementos mejor conservados por la Iglesia y que más expectación despierta, tanto a los fieles como a los científicos, es la Sábana Santa. Un pedazo de tela de color marfil claro con leves marcas más oscuras que, como creen muchos, pertenece a la imagen sin vida del mismísimo Jesucristo tras ser crucificado; pero según las pruebas realizadas con el método de datación del carbono catorce podría tratarse de una burda copia realizada en la Edad Media.
La Catedral de Turín, en el norte de Italia, es el lugar en el que se guarda cautelosamente la Sábana Santa. Desde el año 1400 la Santa Síndone, nombre con el cual se conoce al Santo Sudario, ha salido en numerosas ocasiones de su caja de plata, colgándose de los balcones para celebrar algunas bodas reales o de algún miembro importante de la aristocracia, y ha sido expuesta ante las atónitas miradas de innumerables peregrinos, incluso llegándose a formar largas colas durante la época de los peores años de la “muerte negra”, periodo en el que Gutenberg también descubrió la imprenta y Cristóbal Colón descubrió el continente americano. En aquel momento eran muy pocas las herramientas científicas con las que poder detectar la autenticidad de algunos hallazgos y las imitaciones estaban a la orden del día, por lo que se hacía imposible asegurar que la Sábana Santa fuese una pieza original. La mayoría de la gente creía que se trataba de la sábana que había cubierto el rostro ensangrentado de Jesús, en una controversia entre la fe y la ciencia que no había hecho más que comenzar.
No fue hasta 1898 cuando la Iglesia dio autorización para que la Santa Sabana se mirase de manera imparcial mediante un moderno invento de la época: una cámara fotográfica. Fue el abogado y fotógrafo italiano Secondo Pia quien fue el encargado de llevar a cabo aquella investigación y tomó las primeras capturas de la Santa Síndone. Aquellas fotografías cambiarían para siempre la opinión de la gente. Fue al extraer la placa de cristal de la solución de revelado cuando el fotógrafo descubrió un rostro nítido y claro, algo que jamás hasta la fecha se había podido ver en el lienzo. Llevándole a deducir que lo que se observaba en el Sudario era el negativo y lo que él poseía en sus manos era la imagen que iniciaría un siglo de investigación científica.
El Misterio de la Sábana Santa
Muestra la imagen de un hombre que murió torturado por la crucifixión y manchas de sangre que coinciden con las descripciones bíblicas de la muerte y tortura de Jesucristo