Situada en el archipiélago de las Filipinas, en el Océano Pacífico, la isla mágica de Siquijor siempre ha sido considerada para la mayoría de los filipinos como un mundo impenetrable de brujería y misterios. Esta pequeña provincia insular es conocida por los sanadores que viven en sus escarpadas montañas, conocidos localmente como “Mangkukulam” que según las leyendas locales confeccionan remedios ancestrales para sanar los males modernos.
Desde siempre se ha relacionado a Siquijor con historias de chamanes, brujería y magia negra de ahí que se la conozca en todo el país como la “Isla mística”. Por supuesto, las autoridades locales de la zona, así como muchos lugareños, se esfuerzan en desmentir la existencia de prácticas de magia negra o de espíritus malignos en la isla y fomentan a Siquijor como un lugar de magia blanca haciendo referencia a los conocidos sanadores de esta pequeña región bañada por increíbles aguas turquesas.
En la isla existen tres tipos de sanadores de magia blanca: los curadores herbales, los curadores de fe y los bolo-bolo (de agua y piedra).
Los curadores herbales residen principalmente en las altas y selváticas montañas que rodean la población se San Antonio. Su magia se basa en las pociones que elaboran mediante hierbas medicinales provenientes de los bosques de la región, los cuales supuestamente están encantados.
Los curadores de fe que se encuentran por todo el país, se sirven de sus hechizos y plegarias para canalizar las malas energías y liberar a sus fieles de cualquier tipo de magia negra o brujería.
Por último están los Bolo Bolo que es supuestamente la categoría más exclusiva de Siquijor. Estos curanderos utilizan para su magia un vaso de vidrio lleno de agua en el que introducen una piedra negra sagrada en su interior. Mediante la ayuda de una pajita soplan en su interior y rodean el cuerpo del paciente que desean sanar. Si el agua del interior se vuelve turbia o adquiere un color marrón, significa que estos ancestrales brujos han extraído la energía negativa que se albergaba en el interior de la víctima. Mediante oraciones y rezos estos hechiceros limpian el aurea de sus pacientes y transforman su energía.
No es tarea fácil conseguir encontrar a este tipo de sanadores, los Bolo Bolo residen en pequeñas aldeas y tratan de pasar desapercibidos ante la mirada de los turistas que recorren estos aislados núcleos urbanos en su búsqueda.